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El avance acelerado de la inteligencia artificial ha abierto un escenario inédito para la literatura y la edición: entre la promesa de una herramienta capaz de potenciar la creación y el riesgo de diluir la escritura humana detrás de cada obra.
Actualidad24/10/2025
Redacción M1
La irrupción de sistemas de Inteligencia Artificial (IA) generativa como ChatGPT, DALL-E y Midjourney ha generado una revolución en la industria editorial iberoamericana, planteando profundos dilemas legales y creativos.
Si bien la IA ofrece la posibilidad de generar textos, diseñar portadas e incluso producir audiolibros, la principal preocupación del sector se centra en la vulneración de los derechos de propiedad intelectual.
“Incluso puede abrir nuevos caminos para la creación. Pero, al mismo tiempo, supone enormes desafíos y peligros: puede poner en riesgo algunos empleos, profundizar la concentración del mercado en pocas manos, vulnerar los derechos de autoría y reforzar sesgos estructurales. Todo esto sin tener en cuenta el daño ambiental considerable que ya está ocasionando su uso”.
El uso no autorizado de obras humanas
Las tecnologías de IA deben su existencia a los escritos humanos, ya que imitan y “regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas”. Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcionan el “alimento” a los sistemas de IA, sin que se haya pasado factura por estas “comidas interminables”.
El director del Departamento Jurídico de CEDRO de España, Javier Díaz de Olarte, señala que las empresas de IA han copiado y pegado de manera masiva las obras de autores y editoriales para entrenar sus máquinas, y hasta la fecha, los creadores “no han visto un céntimo por ese uso mercantil de sus obras”.
Esta apropiación sin consentimiento ni compensación es un caso flagrante de uso del trabajo e inversión ajena. Por esta razón, miles de escritores han firmado cartas dirigidas a grandes compañías tecnológicas (como Microsoft, Meta y OpenAI) exigiendo permisos, crédito y compensación por el uso pasado y presente de sus obras.
Si damos por hecho que una máquina es capaz de crear o generar arte, si pensamos que puede reemplazar a pintores o escritores, si percibimos que ya no tiene sentido la enorme hazaña espiritual que implica crear, estamos contando un relato equivocado con efectos nocivos para nuestra especie en un momento clave de su Historia.”
Creatividad, imaginación y autenticidad ¿la IA piensa por nosotros?
En una charla de La Voz con Fernanda Pérez, escritora, periodista y docente, propietaria de la plataforma Babilonia Literaria, advierte sobre la naturaleza de la IA y sus límites en la creación original. Aunque reconoce que la IA es un “terreno un tanto desconocido” y aún no se puede predecir su impacto total, recalca que: “Sí me parece que habrá herramientas que pueden ser de utilidad y otras que no van a poder suplantar nunca la creatividad. Recordemos que la inteligencia artificial lo que hace un poco es como copiar e imitar lo que conoce”.
Nos encontramos en un momento en donde la literatura está en una encrucijada, donde se inicia una nueva forma de crear historias.
El sector se divide en dos grandes polos: el polo creativo (escritura, traducción e ilustración) y el polo de producción y comercialización (edición, corrección, distribución). Mientras que el polo de producción utiliza la IA para funciones operativas, optimización de procesos y ahorro de tiempo, el polo creativo se enfoca en acompañar la generación de contenidos o la experimentación estética. Entre el polo de producción, los roles de corrección y edición de mesa, prensa, y distribución registran los niveles más altos de uso diario o semanal de la IA generativa.
El principal dilema que presenta aquí, la Inteligencia Artificial, parte de que, el autor es (o era) el que reflexiona y desarrolla un análisis textual, del cual nace la imaginación para crear una historia, a partir de sus sesgos, sus creencias y vivencias, ahora puede ser robóticamente reemplazado.
A partir de esto nos cuestionamos, teniendo en cuenta la automatización de la IA ¿Qué sentido tiene indagar nuestra creatividad e imaginación cuando un dispositivo lo puede hacer por nosotros, sin esfuerzos?
Otras voces
El Premio Nobel de Literatura 2021, Abdulrazak Gurnah, considera que la IA es una buena herramienta para investigar sobre algún tema, pero no cree que escriba por sí misma. De manera similar, la escritora Laura Restrepo afirma que la IA podrá hacer literatura, pero no gran literatura. La gran literatura, según ella, amplía el espectro de lo humano o es “levemente sobrehumana,” algo que la IA, que extrae sabiduría de caminos ya recorridos, no podrá lograr.
En discrepancia con esto Fernanda Pérez nos planteaba que el escritor puede utilizar la IA como herramienta para otras cosas, pero no para la creación en sí misma, “Yo creo que alguien que quiere escribir o que se ve a sí mismo como escritor o como escritora, no tiene la intención de usar la inteligencia artificial para escribir. Por lo menos puede utilizarla tal vez como herramienta para otras cosas, pero no para la escritura o la creación en sí misma. Porque el deseo justamente del escritor es escribir, contar su historia, contar su. Darle vida a sus personajes, a esas voces que lo cohabitan. Con lo cual ahí no habría mucho espacio para la presencia de la inteligencia artificial, si no ya sería otra cosa.”.
El investigador y crítico Augusto Escobar Mesa argumenta que el cambio de la pluma al computador, o de este a la IA, no genera mejores escritores si no hay talento. Él cree que la IA no podrá sustituir a autores “carnales” como Cervantes o García Márquez, ya que las obras producidas por IA serán “simples copias, obras robotizadas”. El escritor Darío Ruiz Gómez añade que la IA, al programar una palabra que carece de trasfondos, siempre carecerá del aura y de la sensibilidad para captar “lo inexpresable”

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